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LOS SIETE HÁBITOS DE LOS ADOLESCENTES ALTAMENTE EFECTIVOS

CAPITULO 4. Hábito 1. Ser proactivo
Es clave para todos los demás. Es tener la fuerza en la propia vida, responsabilizarse de ser feliz, está conduciendo tu propio destino. Contrapone ser proactivo a ser reactivo: lo primero es resolver problemas, lo segundo es seguir impulsos ante cualquier dificultad. Ser proactivo es tomar decisiones en base a valores, pensar antes de actuar. Estar calmado, atento y con el control de uno mismo. Una persona preactiva utiliza un lenguaje que le empodera, mientras que siendo reactivos perdemos el poder, para dárselo a otro. Cómo hablarse a sí mismo, para ser proactivo: lo lograré, podré mejorar, voy a ver qué opciones tengo, esto es lo que he elegido hacer, tiene que haber una solución, no voy a dejar que se me pegue el poco ánimo. Sentirse víctima constantemente es pensar que todos están en contra de uno, que le deben algo o que se ofenden, culpabilizan y se enfadan, siendo reactivos, no preactivos. Una persona preactiva ha aprendido a no ofenderse sin motivo, a responsabilizarse de sus decisiones, a pensar antes de actuar, a volver a intentarlo cuando no logran lo que querían, a buscar la manera de que algo suceda como quieren, a concentrarse en lo que tienen bajo su control. No se puede controlar todo lo que nos sucede, pero sí se puede controlar cómo reaccionamos ante lo que nos sucede. Se puede imaginar como un círculo interior en el que uno tiene el control de lo que le pasa, mientras que más allá no puede controlar: dedicarse a pensar en lo que está fuera de nuestra responsabilidad produce pérdida de poder sobre uno mismo y aumenta los problemas. Es necesario además saber convertir los fracasos en logros: la dificultad es una oportunidad para triunfar. Se trata de responder a los problemas, incluso cuando son graves, de manera que podamos aprender y recuperarnos. Supone aceptar las limitaciones, los reveses de la vida. Además el autor trata el modo como afrontamos el maltrato: cuando una persona es víctima de la violencia, no debe culparse nunca. Hay que esforzarse por hablar y explicar lo que ha pasado, tener iniciativa para no llevar encima la sensación de ser una víctima. Cuando un adolescente ha tenido malas experiencias en su vida, suele carecer de modelos de buen comportamiento y caer en comportamientos de riesgo, pero se puede detener ese círculo vicioso: siendo uno mismo agente de sus cambios vitales. Se pueden detener los malos hábitos. El adolescente puede superar sus aprendizajes, cuando son incapacitantes o le predisponen al riesgo, y pueden crear otro marco mental, con el que cambiar sus vidas. ¿Cómo fortalecer este hábito de ser proactivo? Tomando la iniciativa para que las cosas que se desean sucedan, pensando en soluciones y en opciones que uno tiene, actuando. Es pensar en términos de “puedo hacerlo”, con creatividad y persistencia. Hay que tener iniciativa para lograr las propias metas. Incluye la creatividad, la actitud emprendedora, el ingenio. En la proactividad se incluye la capacidad de detener el impulso de reaccionar ante los demás: evitar las costumbres que nos llevan a responder de inmediato. Parar, ejercer el control y pensar cómo reaccionar, permite tomar decisiones prudentes. La educación familiar ejerce una influencia sobre el modo en que reacciona un adolescente, pero no le determina por completo. Las cuatro herramientas que son necesarias para actuar humanamente son:
- Autoconocimiento: tomar distancia respecto de mí mismo y observar mis pensamientos y acciones
- Conciencia: escuchar mi voz interior y distinguir lo que está bien de lo que está mal
- Imaginación: contemplar nuevas posibilidades
- Voluntad independiente: tener el poder de elegir

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